Franco Suárez, Mariano Maldonado, Matías Luna y Héctor Manuel nos traen esta historia en las apacibles calles de Colegiales
VIVIR Y
MORIR EN LA CALLE
-Stone, lo
quiero en mi oficina en cinco minutos- Dijo con tono serio.
-¿Para que
me necesitaba, jefe?-
-Encontraron
un cadáver debajo de un andén, te quiero en la escena del crimen de inmediato.
Me dirigí a
la estación donde la policía me estaba esperando.
-¿Qué
encontró?- Le pregunté al sargento.
-Nada,
además del cadáver, un poco de sangre, todavía no sabemos la causa de la muerte.
-¿No le
molesta si investigo un poco?
-Claro que
no detective.
Una botella
de whisky vacía yacía rota al lado de un cuerpo inmóvil, sucio, rodeado, mejor
dicho bañado en sangre. El cuerpo estaba bastante golpeado, pero no había ni puñaladas
o agujeros de bala, me detuve a ver el cuerpo más de cerca y en el cuello
encontré marcas de soga, obviamente lo habían ahorcado.
Me encontré
con el sargento y le dije:
-La causa de
la muerte fue ahorcamiento, ahora solo falta encontrar a algún testigo y al
culpable.
-Buen
trabajo detective, voy a ir con el jefe para informarle sobre nuestro progreso.
-De acuerdo,
me voy a quedar acá a buscar testigos.
Busqué y
pregunté a la gente si habían visto algo, no tuve resultados con mi
investigación. Hasta que, de milagro, un vagabundo apareció.
Me acerqué a
él para interrogarlo:
-Disculpe
¿vio algo de lo que pasó aquí?-Un fuerte olor a alcohol emanaba de él, creo que
no tenía caso hablar con un borracho.
-Lo vi todo
pero mi mente está bloqueada. Quizás con un trago que usted me invite pueda
acordarme de todo.
Con mi nuevo
amigo nos dirigimos al bar más cercano, un lugar sórdido y de poca monta, nos
dirigimos a la barra y un hombre de aspecto turbio nos preguntó:
-¿Qué van a
tomar señores?
-Coñac
¿tiene?
-No.
-Vino
¿quizás?
-Tampoco,
solo tenemos agua y cerveza.
-Bueno, un
vaso de agua para mí y cerveza para mi amigo aquí.
Mientras
esperábamos los vasos aproveché para hacerle algunas preguntas:
-¿Qué llego
a ver?-
-Solo vi que de un auto lujoso tiraron el
cuerpo. Un hombre bajó y lo tiró debajo del andén envuelto en una manta.
-Y antes de
eso ¿vio algo, alguna persona que haya hablado con él?
-Ahora que
lo menciona sí, vi algo, era una chica joven y linda que estaba caminando por
la calle, cuando por detrás un hombre la agarró y la golpeó, intentando abusar
de ella, pero entonces salí corriendo para ayudarla y logré golpear al sujeto,
pero pudo escapar. No pude reconocerlo porque estaba encapuchado, entonces me
acerqué a la chica para ver cómo estaba y solo tenía unos moretones, esto
sucedió una semana antes de que apareciera el cadáver. También recuerdo que dos
días después vi a un linyera que le robó a un hombre gordo, parecía un
guardaespaldas o un guardia, que estaba distraído hablando con otra persona. Al
darse cuenta el guardia intentó correrlo, pero debido a su estado físico no
logró alcanzarlo. Eso es todo lo que me
acuerdo hasta el momento.
-Bueno
muchas gracias por su cooperación, si logra recordar algo más me puede
encontrar en la comisaria primera.
Me dirigí a
la jefatura a investigar un poco sobre la muchacha de la que me había hablado y
en los expedientes encontré la denuncia, supuestamente lo atraparon por su
crimen, pero lo dejaron libre al siguiente día por falta de pruebas. La joven
vive en la calle Cramer y Teodoro García, exactamente a la salida de la
estación.
Me dirigí a
su departamento para interrogarla. A las seis de la tarde saliendo de la
estación la vi, bella, hermosa chica. Me acerqué a hablarle.
-Disculpe
señorita-
-¿Qué necesita?-
Preguntó asustada.
-No tema- Le
dije entrando en confianza –Soy detective de la policía, estoy investigando el
asesinato de un vagabundo y revisando, vi una denuncia suya sobre una violación.
-Sí, yo
radiqué esa denuncia, no fue una violación, pero sí un intento.
-Podría
contarme, claro, con su consentimiento.
-El hombre
estaba ebrio, demasiado como para no darse cuenta de que estaba en situación de
calle. No me dio tiempo a nada, me atacó por la espalda, por suerte le pegué
donde más le duele y salí corriendo en busca de ayuda.
-Bueno,
muchas gracias, y ya que estoy aquí ¿no sabe si alguien más interactuó con el
vagabundo?
-Ahora que
lo menciona sí, vi a un compañero mío, guardia de seguridad, que le daba unas
monedas y el maldito trató de robarle la billetera.
-Bueno nuevamente
gracias por su ayuda, si no le molesta la llamaré para citarla a la comisaria.
-No pensara
que soy yo- Me respondió enojada.
-Claro que no,
pero también pienso que pudo haber sido cualquiera, incluso usted.
Fui a la
comisaria a informarle al jefe sobre el progreso.
-Acabo de
interrogar a uno de los sospechosos, una joven secretaria-
-¿Y en qué
progresamos, Stone?
-Un
compañero de trabajo de la joven, un guardia de seguridad, el sujeto estaba
distraído y él trato de robarlo.
-¿Sabes dónde
trabaja?
-Sí, en las
torres corporativas de ICBC.
-Muy bien,
quiero que con una patrulla traigas a ese hombre.
-De acuerdo
jefe.
Era una de
las primeras veces en las que el jefe me felicitaba por el progreso de un caso.
Me dirigí al puerto a las torres corporativas
del banco ICBC. Apenas llegué, un guardia me atendió.
-Buen día
¿en qué lo puedo ayudar?
-Estoy
buscando a Matías Hernández, es guardia de seguridad aquí.
-Soy yo ¿qué
necesita?
-Soy
detective de la Policía Federal. Estoy trabajando en un caso de homicidio y lo
tengo a usted como sospechoso.
-Homicidio, ¿yo?,
no puede ser, yo no tengo nada que ver…- Se notaba que ese hombre estaba
ocultando algo.
-Alto, que
yo no vine a arrestar a nadie aquí, de momento, una compañera suya nos dijo que
usted le había dado unas monedas a un vagabundo y él intentó robarle.
-Sí, es
cierto.
-¿Y por qué
no lo denunció?
-No era
nada, una escoria de la sociedad, una rata sarnosa de las alcantarillas.
-Palabras
duras por no ser nada. Bueno, aquí estoy hecho por el momento, agradezco su
ayuda. Déjeme su dirección, así desde la comisaria le enviaremos un citatorio
para declarar.
Luego de que
me pasó su dirección me dirigí hacia la morgue del juzgado para examinar el
cadáver.
Entré a la morgue
y le pedí a los empleados que me mostraran el cadáver.
Sacaron el
cadáver, la verdad que se veía mejor en muerte que en vida, pero eso no era lo
importante. Examiné el cadáver bien de cerca y me di cuenta de que la soga
había sido tomada por los extremos y tirado fuertemente hasta el ahogamiento
del sujeto.
Volví a la
jefatura donde el jefe me estaba esperando.
-¿Algún
avance en el caso, Stone?
-¿Buen día?-
-Sí, claro
buen día, ¿algún avance en el caso?
-El guardia
del banco parecía nervioso, cuando le hablé sobre el homicidio parecía que
tenía algo que ocultar, y al igual que la secretaria pensaron que los iba a
arrestar como si ellos hubiesen sido los asesinos, además las marcas de soga
que tenía el vago en el cuello no lo rodeaba del todo, como si alguien hubiese
estado teniendo la soga cuando lo mató.
Volví a la
estación a reflexionar sobre los sospechosos y ver si el forense había
descubierto algo nuevo acerca del cuerpo o la escena del crimen. Al llegar el
forense me dijo algo que le dio un gran giro al caso:
-Este cuerpo
ya lleva dos días muerto, no se le nota en el cuerpo ya que lo pusieron en
hielo para evitar la descomposición, se le puede notar por estas quemaduras, ya
que la piel al estar tocando el hielo por un tiempo considerable produce estas
quemaduras, algo irónico al tratarse del hielo.
-No hay nada
nuevo excepto una manta cercana, tal parece que el vagabundo dormía debajo de
los andenes, pero hay algo que no concuerda la manta que encontramos. Estaba
mojada y no ha llovido desde hace como dos semanas.
Al saber
esto me dirigí con el jefe para informarle de los nuevos acontecimientos en el
caso:
-Jefe- Le
dije con ansias. –Encontramos la manta en la cual el linyera dormía, me dijeron
que estaba húmeda pero hace tiempo que no llueve.
-Quiero que
la inspeccione para saber si esa humedad no es sangre.
Me dirigí al
laboratorio para ver si podían hacer algo con la manta:
-Disculpen
que los moleste, otra vez, en este día pero necesito todas las pruebas que
tengan de la manta.
-Si, como no
detective. La humedad de la sabana era sangre, también tenemos el ADN del
sujeto asesinado, lo buscamos en nuestra base de datos, el sujeto se llama José
Ramírez, tenía 46 años y pasó 14 años en
la calle, su familia lo había abandonado, tuvo 15 cargos por robo y otros 3 por
disturbios en la vía pública.
-Digamos que
tenía una vida ocupada.
-¿Descubrieron
algo más?
-Sí,
descubrimos otro ADN además del linyera pero
no está en nuestra base de datos.
-Quiero que
manden ese ADN al departamento de identidad, quizás ellos tengan una base de
datos de la gente que viene aquí por barco.
Luego de
esto le informé al jefe sobre los nuevos acontecimientos:
-Buen
avance, hay otro sospechoso, se supone que es un traficante al cual el vago le
debía plata, quiero que lo investigues. Lo podrás encontrar en San Isidro, para
ser más exactos lo encontraras en el club Kansas.
-De acuerdo
jefe, voy de inmediato-
Tras un
largo viaje me encontré delante de un bar elegante y sofisticado, donde solo
iba la gente de buena posición. Al fondo de todo estaba él, rodeado de hermosas
mujeres. Me acerqué y le dije:
-No le
quiero interrumpir su fiestita, pero necesito hacerle unas preguntas.
-De acuerdo,
pero que sea rápido, a las chicas no les gusta esperar.
-Soy el
detective Stone, estoy investigando un homicidio.
-¿Y qué
tengo yo que ver en eso?
-Uno de sus clientes fue hallado muerto cerca
de su domicilio.
-No entiendo
de lo que me habla.
-No andemos
con vueltas, ese hombre le debía plata a usted.
-Sigo sin
entender.
-No se haga
el tonto señor, todo el mundo aquí sabe que usted es un traficante y que ese
linyera le debía plata.
-Y sugiere
que un empresario famoso como yo habría asesinado a un linyera ¿Con qué
motivos?
-No le estoy
diciendo que le debía plata el sujeto a usted, mire eeh… ¿cómo dijo que era su
nombre?
-Morrison,
James Morrison.
-Mire
Morrison yo no estoy aquí por su asuntito con las drogas, yo soy detective de
homicidios y nada más.
-De acuerdo,
¿qué quiere saber?
-Sé que ese
hombre le compraba drogas mensualmente, y que su “última cuota” no había sido
pagada.
-Es verdad,
pero yo nunca lo mataría, es lo que denominaríamos un adicto. Él siempre
volverá por más. Esa es la razón por la que yo nunca lo mataría, él conseguiría
el dinero de una u otra forma.
-Sabe que
eso no lo absuelve ¿verdad?
-Es cierto,
eso lo tiene que hacer usted. Ahora, por favor si se puede retirar
civilizadamente, tengo asuntos pendientes con esas damas.
Salí del
laboratorio y en mi oficina me esperaba una señora, su nombre era Beatriz
Salomón y me dijo algo que cambió el rumbo de la investigación:
-Yo vi
cuando se llevaron al hombre que apareció muerto.- Me dijo aterrada.
-¿Qué? ¿Cómo
fue?- le respondí sorprendido.
-Yo estaba
en mi terraza colgando ropa, cuando escuché gritos y me asomé a ver qué pasaba
y entonces observé que un hombre robusto estaba golpeando a un linyera, y luego
lo metió dentro de un auto.
-¿Llegó a
ver su rostro?
-No, porque
el hombre estaba de espaldas.
La mujer
dejó sus datos y se fue apurada. Un momento después se oyó un disparo.
Presurosos junto con el jefe salimos a
ver qué había pasado. Rodeado de sangre yacía el cuerpo de Beatriz con
un agujero de bala en la cabeza. Enseguida comencé a mirar para ver si
localizaba de dónde se había ejecutado el disparo, y entonces noté que en una
de las ventanas del edificio de enfrente se observaba la punta de un arma. Entonces crucé la calle
y me propuse a revisar el apartamento.
-¿Usted sabe
si entró alguien a este edificio con algo sospechoso?
-Hace un
rato entró un hombre con un maletín bastante grande. Entró en el 4º “A”.
-¿Quién vive
allí?
-Nadie, yo
lo limpio de vez en cuando, tengo la llave.
-¿Me daría
la llave?
-¿Y quién es
usted para pedir eso?
-Detective
Stone, Policía Federal.
-De acuerdo,
aquí tiene.
Cuando llegué,
el lugar estaba vacío, en la ventana estaba el arma homicida, un rifle de francotirador bastante complejo.
-Que la otra
división investigue esto y me informe quién fue el francotirador, quizás nos
diga quien lo contrató.
-De acuerdo
detective.
Me dirigí a
la sala de interrogatorios luego de haber citado a los tres sospechosos.
-¿Quién de
los tres crees que fue, Stone?- Me preguntó el jefe.
-Tengo
algunas ideas. La secretaria no pudo haber sido.
-¿Por qué?
-Dejando el
machismo de lado la secretaria no posee tanta fuerza como para haber dejado
esas marcas en el cuello del linyera, tampoco tenía suficiente plata como para
pagarle a un francotirador. Eso solo nos deja con Morrison y con el guardia de
seguridad.
-Y de ellos
dos ¿Quién crees que fue?-
-Fue
Morrison- Afirmé con seguridad.
-¿Cómo
sabes?-
-Es el único
con una causa razonable, él vendía drogas, el linyera le debía dinero y todo
termino así, en un crimen.
En ese
momento, el jefe me dijo que entrara en la sala de interrogatorio y lo arrestara:
-Morrison, quedas
arrestado, tienes derecho a guardar silencio y tienes derecho a un abogado. Si
no tienes dinero, estado te asignara uno
de oficio.
-El dinero
es lo de menos.
En el
tribunal el caso estaba por empezar.
-Orden,
orden en la sala- Gritó la jueza.
-James
Morrison, se le acusa de asesinato doble y de tráfico de drogas ¿cómo se
declara ante eso?
-Inocente.
-Nosotros
tenemos pruebas que lo inculpan.
-¿Cuáles?-
-El
departamento de identidad nos confirmó que el segundo ADN que aparecía en la
manta eran sus huellas dactilares y un testigo nos informó de que usted hacia
tratos con ese linyera ¿Qué tiene que decir ante eso?
-Sigo
diciendo que soy inocente y esa es mi última palabra-
Luego 3 días
de espera fuimos citados nuevamente al tribunal ya que el jurado tenía
preparado su veredicto:
-Como lo
declara el jurado-
-El jurado
lo encuentra culpable su señoría-
-¿Y qué si
lo maté yo? A nadie le importaría si
total era una persona de la calle.
-James
Morrison queda sentenciado a cadena perpetua.
-¿Y qué?,
con el dinero que tengo saldré mañana.
-No crea eso
en este mismo tribunal se encuentra la INTERPOL listo para llevárselo a prisión
por narcotráfico.
Y así fue
como resolví otro caso más pero dos vidas fueron borradas de la faz de la
tierra solo por unos míseros billetes, hasta donde llegara la ineptitud de
algunas personas.
A Kevin Aricoma, Manuel Ruiz, Matías Speranza y Matías Stramesi no les gusta que los crímenes del pasado queden impunes.
Un crimen olvidado
Capítulo I “Una visita hacia el pasado”
Hoy estoy en el juzgado que marcó mi infancia. Hace 10 años vine por
primera vez por un crimen y hoy estoy buscando unos archivos muy viejos para
investigarlo de nuevo. Gracias a la ayuda de un amigo que es abogado, pude
llegar a conseguir estos expedientes. Parecía un caso normal pero mi padre se
obsesionó tanto que lo llevó a una muerte buscada que fue violenta para
callarlo. Con extrema cautela me llevé los archivos que necesitaba para mi casa
y le agradecí a mi amigo.
Una mañana en mi casa pude leer esos papeles con tranquilidad y me llevé
muchas sorpresas del crimen de Victoria Cruz, un caso que no olvidé fácilmente.
Capítulo II “Una vida de cuento”
Victoria Cruz tenía 27 años al momento de su muerte. Era una mujer
hermosa con una vida de modelo llena de aventuras, viajes y lujos. Ella pensaba
que vivía en un mundo de fantasía ya que tenía todo a su alcance fácilmente
pero detrás de eso había otros que se esforzaban por colgarse de su fama o
crearle algún escándalo. Al momento de elegir amistades se le hacía difícil
escoger bien por sus malas experiencias anteriores.
Sus relaciones con los hombres tampoco eran buenas a excepción de su
mejor amigo desde la infancia Agustín Quiroga, famoso periodista que pudo
cosechar su éxito gracias a la ayuda de la modelo pero él, tiempo antes de la
muerte de la modelo, estaba pasando por un mal momento profesional. Aunque en
lo personal, siempre estaba con ella para lo que necesitara. Victoria,
inconscientemente, se aprovechaba de Agustín a veces y lo trataba como un
asistente más.
Dos años antes de su muerte en uno de sus viajes Cruz conoció a Cristian
Ortiz, un empresario no muy conocido que empezaba a trabajar como inversor en
la agencia de modelos. Ellos comenzaron un noviazgo tiempo después de conocerse
y se creía que estaban profundamente enamorados.
Capítulo III “Un viaje que llevó a una tragedia”
En su último viaje de vuelta a Buenos Aires estaba con su novio en
primera clase, los dos callados por haber tenido una pequeña discusión antes de
subirse al avión. En ese viaje largo en un momento aparece la azafata
ofreciéndole a los dos algo para comer o beber.
-¿Qué se les ofrece? -preguntó amablemente la azafata.
-Nada por ahora, gracias. Responde Victoria.
-¿Usted, señor?
-Sí, un White Horse. -le dice Cristian
-Ok, el costo es adicional e irá a su cuenta.
-Gracias, muy amable.
De repente Victoria cortó la conversación diciendo:
-A este no le traigas nada, yo pagué el pasaje y él no va a tomar nada.
-Mira, la agencia paga el pasaje y como vos me invitas ¡puedo elegir qué
tomar! Respondió furioso Cristian.
-¿¡Pero quién te creés!? Estoy cansada de tu soberbia.
Hasta aquí había llegado esa conversación, que encontré en los
expedientes, pero según se supo por las declaraciones luego de una larga pelea
llegaron a la ciudad y cada uno tomó su rumbo y no se hablaron por un tiempo.
Al tanto de todos los hechos ocurridos, su amigo la invita a una fiesta
organizada por él, en donde se esperaba que ocurriera algún escándalo, y le da
una habitación a Victoria. Era una fiesta lujosa, con un pequeño desfile y
muchos famosos. Allí apareció Victoria, con un vestido negro que atrajo la
atención de mucha gente, entre ellos periodistas que trataban de conseguir los
chimentos tan buscados. Se quedó un rato pero se la veía de mal humor y se fue
a su habitación. Tuvo varias visitas de famosos y amigos que pensaban que a
Victoria le había pasado algo. Pasada la medianoche y mientras seguía la
fiesta, ella se fue a una habitación que había reservado antes, luego el amigo
entró para conversar un momento con ella y luego se fue. Esa misma noche
entra sigilosamente alguien a la habitación y al día siguiente, Victoria
apareció muerta con muchas puñaladas en el cuello y una en la espalda.
También tenía rastros de rasguños.
Este fue el punto en donde mi padre empezó a investigar.
Capítulo IV “Una muerte anunciada”
La policía empezó a investigar a la mañana siguiente de descubierto del
homicidio. Lo primero que consiguió fueron los testimonios de algunas personas
que habían participado de la fiesta y de los mozos. Una persona declaró
escuchar gritos y unos fuertes portazos pero en dos ocasiones. La familia buscó
una ayuda más profesional y recurrió a mi padre, un detective poco conocido
aquí en Argentina, llamado Carles García. Él inmediatamente fue a ver a las
últimas personas cercanas a ella, su mejor amigo y el novio. Agustín fue el
primero a quien acudió. Estaba shockeado por la muerte y no sabía qué decir. ”No
se pudo salvar”, le dijo a mi padre. Él estaba seguro de que algo había pasado
horas antes, y que él no tenía nada que ver. Dialogaron, y Agustín dijo que había
tenido una charla antes de su muerte. ”No se pudo salvar”, le dijo a mi padre.
Allí Victoria le había contado sobre una pelea con su novio. Después de esto
Agustín recorrió la escena del crimen porque estaba encargado de la
investigación periodística.
Fue a buscar al novio y este se sorprendió. Le contó a mi padre sobre el
viaje que habían hecho él y Victoria días antes, minimizó la discusión que
tuvieron en el avión e hizo como si nada hubiese pasado. Dudando, Carles
decidió ir más allá e investigar esa “pelea” y encontró a la azafata, que
recién unos días después declaró que la pelea no fue más que una simple
discusión de pareja, pero no amplió la declaración.
La investigación ya había quedaba en la nada y no había ni un sospechoso
firme ni pistas.
La culpable del crimen se encontraba nerviosa en otra parte. Era una
sicaria profesional que había sido contratada para matar a Victoria.
Descontenta por su paga decide comunicarse con quien la contrató y le amenazó a
su contratado con que le diera más dinero.
Este último sintió miedo y decidió llamar, sin
darse a conocer, a Carles para inculpar a la sicaria. Fue una llamada
rápida y sin muchas pistas, por lo que García tenía la difícil misión de buscar
las pistas que llevaran a la sicaria a la cárcel.
Entre archivos, expedientes y causas internacionales, esta sicaria había
sido una persona muy buscada en toda Latinoamérica. Pero ella tenía sus
contactos para poder salvarse de esas causas muchas veces. Cerca de
encontrarla, Carles decidió seguir trabajando en su casa y dejó todos los
archivos allí. La sicaria pudo enterarse que estaban cerca de atraparla por lo
que ella quiso buscar a García para callarlo. Al día siguiente, en su oficina,
aparece Carles García muerto y toda su oficina revuelta.
Capítulo V “Volviendo al caso”
Días después de la muerte de mi padre, nuestra familia estaba con mucho
miedo .Además el caso había estallado en los medios y no nos dejaban en paz. La
policía investigó la oficina de mi padre y al encontrar solo unas huellas digitales,
no identificadas indagan en nuestra casa encontrando los papeles clave. Allí se
indicaba todo lo investigado sobre la sicaria. Después de una búsqueda
intensiva, se logró llegar a la sicaria, que fue detenida y declaró lo
siguiente:
“Yo fui contratada por alguien que no conozco porque me manejo
profesionalmente. Eso significa que quien me contrata deposita dinero en una
cuenta y al recibirlo me encargo de mí trabajo. Ustedes por su cuenta averigüen
quién fue que a mi también me gustaría saber quién me delató. ...Al saber de
una investigación para atraparme a mí decidí buscar al detective, lo maté, pero
las cosas salieron mal y aquí me tienen, detenida.”
En ese momento supe que la causa se terminaría para el afuera, pero para
mí no. Había alguien más, un culpable que nadie se dedicó a investigar, ni mi
propio padre, esa persona que había contratado a la sicaria era el culpable
principal y me dije a mí mismo que algún día lo encontraría. Fueron muchos años
de esfuerzo y trabajo para poder empezar mi investigación.
Después de tantos años no sabía por dónde empezar y decidí visitar a
Quiroga.
Agustín era ahora el jefe de uno de los mejores diarios del país y
decidí ir a verlo sin previo aviso. Cuando llegué, dije mi nombre completo y me
dejaron pasar sin complicaciones pero antes de llegar a la oficina vinieron
unos guardias y me negaron el acceso por seguridad. Cuando llegó Agustín se
sorprendió al verme y me preguntó quién era. Con solo decir mi apellido se
sorprendió, parece que no se olvidaba fácilmente de lo que había pasado. Al
llegar me permitió el acceso a su oficina, me ofreció sentarme en una silla y
me preguntó:
-¿Vos sos el hijo del detective Carles? Habló con mucha tranquilidad
Quiroga. -Te pareces mucho.
-Así es, vine para hacerle unas simples preguntas del caso de Victoria
Cruz.
-Como quieras, igual te digo que ese caso ya está cerrado hace una
década y lo de tu padre también. No sé qué buscás acá.
-Pienso retomar el caso de mi padre, porque sé que hay alguien que está
detrás de eso.
- Seguro que estás al tanto de lo que investigó tu padre y de que la
sicaria confesó. Así que te podés ir. Yo sufrí bastante con todo eso, pensar
que fui la última persona que la vio viva.
-¿Y la sicaria?
-Bueno, la última antes de la sicaria.¿Quieres preguntarme algo más?
-Si, ¿hubo testigos cerca de la escena del crimen?
-Que yo sepa no hubo nadie, todos estaban en la fiesta.
Eso sonó sospechoso porque siempre hay alguien que está en otro lado, no
todo el mundo participaba en la fiesta.
-Bien, ¿usted entró a la habitación de ella?
-Sí, pero solo charlamos y me había contado sobre una discusión que tuvo
con el novio en el avión. Yo siempre tuve la sospecha de él.
En ese momento me dio unos datos para encontrarlo.
-Perfecto, yo me ocuparé de su sospechoso y trataré de recolectar
más pistas, gracias. Ya volveré y le daré la primicia de quién fue.
-Buena suerte.
Luego, me fui a buscar inmediatamente al ex novio de la víctima. Por lo
que me contó Quiroga, Ortiz era un hombre de negocios conocido de la zona que
vivía solo pero tenía problemas con el alcohol y había protagonizado muchos
problemas por eso. No me fue difícil encontrarlo y pude hablar con él. Fue una
charla rápida sin puntos ni comas. solo me dijo lo mismo que a mi padre, que
hubo una pequeña pelea, aunque igual no le creí.
En los papeles de mi padre había una sospechosa silenciosa, la azafata,
y decidí contactarme con ella para saber lo que de verdad pasó. Vivía en un
lujoso departamento en Recoleta y me pareció raro ¿Cómo una azafata podía vivir
tan bien?. Ella no quiso abrirme, pero le dije que era policía, entonces no se
resistió y me dejo pasar a su casa, pude convencerla para que me diera información,
dijo que no hubo ninguna pelea pero cada pregunta que le hacía la ponía más
nerviosa. Cuando pregunté sobre el whisky que servía en los aviones se quedó
muda y comenzó a llorar. Luego de un rato más calmada pudo confesar lo que
había ocurrido:
“Yo le di el whisky a Cristian pero entré, y él y Victoria seguían
discutiendo. Ante la distracción se me cayó sobre el vestido de Victoria y ella
se enojó mucho conmigo. Ortiz intentó defenderme, y fue allí donde entre insultos
siguió la violencia, él le dio una cachetada fuerte que ella no pudo aguantar y
se largó a llorar. La única testigo era yo y cuando todos vinieron Ortiz solo
dijo que estaba triste porque se le arruinó su vestido pero yo sabía la verdad.
Él me ofreció dinero para callar esto y yo acepté.
Desde entonces lo vengo extorsionando, necesito el dinero.”
-¿Problemas económicos, con este departamento? No veo eso.
-Bueno pero él es un exitoso y tiene mucho dinero, yo solo me defendí, además
ya no me da nada.
-Algo no me queda claro, ¿Él tiene algo que ver en el crimen?
-Recientemente me confesó que no, por eso no me sigue dando plata, ya
que sabe que mi confesión no sirve para nada.
Con todo lo necesario decidí irme y no ver más a esta “pobre” mujer, que
de pobre no tenía nada.
Capítulo VI “Una confesión que derrumbó 10 años de misterio”
Luego de mi extensa charla con la azafata, me dirigí a mi casa para
descansar y poner mi mente en blanco. Al otro día junte todas las cosas que
pude investigar y traté de obtener la solución de este crimen. Parecía que todo
encajaba pero no había un móvil que fuera firme. Había algo que no me cerraba
de su fiesta y es que alguien tuvo que ayudar a la sicaria, porque sola no
podría tener acceso a todo tan fácil. Y me decidí ir a la casa de quien ayudó a
la sicaria, pero estaba la policía en su casa. Al entrar me sorprendí, Agustín
se había suicidado en su casa y en su mano había una carta:
“Esto quedará en manos de quien merezca leerlo. Escribo estas últimas
palabras para poder descargarme. Fueron diez años bajo presión y ocultando mis
sentimientos con una actitud fría y seria que no era antes así. Creo que es la
mejor forma de recibir lo que merezco. Yo mandé matar a Victoria Cruz. Las
razones son simples, la amaba demasiado, envidiaba que saliera con hombres con
fortunas y lujos muy grandes que yo jamás le podría dar. Preparé la fiesta,
conocía la habitación, contraté a la sicaria y me arrepentí días después. Yo
veía que ella cambiaba de novio muy seguido. Después de un tiempo, cuando ví la
oportunidad de decirle lo que sentía, le propuse de ser su novio, pero ella me
dijo que no, me rechazó fríamente como si lo que le pidiera estuviera
totalmente prohibido, esa es la causa por la cual me vi obligado a matarla, no
podía soportar verla con otro novio más, ya estaba harto. La sicaria me amenazó
días después y el miedo hizo que confesara anónimamente quien fue y nada más se
supo hasta ahora. Con mi experiencia afronté la situación pero no aguanto más.
Adiós.”
Todo cerraba, fue otro crimen pasional, pero dejó demasiadas víctimas.
Agustin planeó la fiesta para matar a Victoria pero le dio una última
oportunidad por su amor. Entonces al ir a la habitación se enteró de su pelea
con el novio y pensó que al fin iban a estar juntos, pero ella siguió sin
corresponderlo y hubo una discusión previa a la muerte. Al irse Agustín dejó la
llave de la habitación puesta y fue así como la sicaria entró tan fácilmente.
Días después Agustín fue amenazado y por eso confesó parte del crimen, fue allí
donde mi padre investigó a la sicaria que lo terminaría matando.
Y llegamos al día de hoy, donde de una vez el que ideó este crimen podría recibir su merecido. Pero su sufrimiento de tantos años fue suficiente. Él dijo que Victoria no pudo salvarse, pero él tampoco.
Fogliano,
Correa, Costa, Lambertti nos relatan un caso fuera de lo común
Un caso extremadamente raro
Llevo en esto ya casi 20 años, hoy
en el día de mi jubilación, vengo a rebelar el caso más archivado y raro de
toda mi carrera, y no sé si el de otros también.
Se trataba de un asesinato a mano
armada, con un revolver de calibre 14. La víctima era mi ex compañero Carlos
Dubini, en ese momento tenía 48 años de edad, divorciado hacía ya 20 años, ex
detective, muy apreciado compañero y excelente amigo. Se lo encontró en un
banco de la plaza central, con un agujero de bala que salió de oreja a oreja, también
había una botella de agua y una nota que tenía como firma el número 102.
Yo estaba en la comisaria
terminando una semana de intenso trabajo, porque el administrador de oficiales
Ramírez se había ido de vacaciones a China, por ende hubo el doble de trabajo
de lo habitual. Exhausto volvía hacia mi hogar, cuando me llama el comisario y
me informa sobre el asesinato, me dijo que como había sido mi ex compañero, me
merecía resolver ese caso.Ni bien terminó de hablar me fui rápidamente a la
escena del crimen. Cuando llegué inmediatamente comencé a buscar pistas,
encontré una nota, una botella de agua potable, y algo que me dejó perplejo,
una lágrima, sí, una lágrima de Ramírez. Yo, que fui su amigo, lo conocía mejor
que nadie. Nunca, pero nunca, había llorado, ni cuando su propio hijo falleció.
Llamé a los forenses para que se llevaran el cuerpo, y lo examinaran, mientras
tanto yo investigué su legajo y sus casos, buscaba alguna pista que me guiara
hacia el asesino.
En los archivos encontré el caso
que había marcado tanto la carrera de Carlos como la mía, el caso de la familia
Costa, una familia de narcotraficantes, ladrones y violadores. Dicha familia
estaba integrada por Mauro Costa, acusado de vender cocaína a través de las sandías
que vendía en su vieja verdulería, Florencia Costa, acusada por intentar robar
una joya que ella misma había encontrado en una expedición y por ultimo
Benjamín Costa, acusado por trece intentos de violación y cuatro concretados.
Los tres fueron descubiertos y esposados por Carlos y por mí. Cuando los
encerramos en la cárcel, nos juraron venganza, que cuando salieran de esa jaula
nos encontrarían y nos degollarían, ¿lindo, no?
Inmediatamente fui a su casa, ya
que hacía tres meses que los habían dejado en libertad porque ya habían
cumplido con su condena. Llegué a su casa, y me recibieron con los brazos
abiertos, y lo primero que me dijeron los tres casi al mismo tiempo es “Perdón
por la amenaza”.
Los interrogué, charlamos casi toda
la noche, me contaron que antes de fallecer también los visitaba Carlos. Terminada
la conversación me volví a mi casa. Pareciera chiste, pero no bien llego y me
saco los zapatos, me llama el comisario para informarme que encontraron a los tres
Costas muertos. Las personas a las que había visitado para resolver este caso morían.
Ya no sabía qué pensar, mis únicos sospechosos habían muerto, lo único que me
quedaba era ir a examinarlos. Termino de ver los cadáveres, y de casualidad,
comparando los cuerpos de los Costa con el de Carlos, me di cuenta que tenían exactamente
la misma forma de asesinato y los mismos objetos alrededor, una botella o vaso
con agua, un revólver como arma homicida, y una nota con 102 como firma. Eso
significaba que era el mismo asesino. Llamé a la comisaria y me atendió Ramírez,
que ya había vuelto de sus vacaciones, con su mal humor característico. Le informé
lo que había investigado hasta ese momento. Me contestó con sarcasmo y colgó.
Volví rendido a mi casa y mirando
tele recordé mi ascenso a detective. Era una competencia entre dos por el
ascenso, y el perdedor se quedaba en el mismo puesto, la competencia era nada
más ni nada menos entre Ramírez y yo. Obviamente el puesto me lo gané yo y a
Ramírez lo degradaron a administrador, de ahí comenzó su mal humor hacia mí cada
vez que me ve.
En ese exacto momento me di cuenta
de quién era el asesino, era una persona conocida, alguien que sabía
exactamente dónde estaba, alguien que hubiera acumulado mucho odio hacia mí con
el paso del tiempo. Sí, Ramírez era el asesino. Contento por haber resuelto el
caso, me senté en mi sillón favorito, con un buen vaso de agua helada me puse a
ver tele, tome un sorbo y me quedé petrificado, no podía mover ninguno de mis
músculos excepto la boca y los ojos. En ese momento lo veo a Ramírez entrar por
la puerta:
-Al fin te atrapé - me dijo
sonriendo
-¿Qué me hiciste? ¿Por qué no me
puedo mover?
-En mi viaje a la China, encontré
una sustancia no mortal que al mezclarse con algún elemento líquido actúa como
un tensionante muscular, que deja
inmóvil al que lo bebe.
Mientras el alardeaba sobre cómo me
había atrapado, yo me concentre en alcanzar mi arma.
Me apuntó a la cabeza, pero antes
de que jalara el gatillo, logré disparar mi arma y darle en una pierna. Cuando
esto sucedió, el veneno perdió efecto y me pude levantar, lo esposé y lo llevé
a la comisaría. Cuando ya me estaba retirando le pregunté por qué matar a los
Costa y a Dubini:
-
Fácil, tu ex compañero había descubierto mis planes, y
obviamente no podía dejar que te los revelase a ti, pero antes de su ejecución,
fue a hablar con los Costa y les contó su hallazgo. No fue nada personal contra
ellos, mi objetivo siempre fuiste vos.
El relato de Romano, Di Salvo, Luna y Benavídez, con un sugestivo título...
Entre sangre, amor y perfume de mujer.
Son las
seis de la mañana, es enero, los transeúntes caminaban bajo la tenue luz
matutina de otro nuevo año, hace tres años que trabajo para un departamento de investigaciones,
y pasa el tiempo y no me encargan nada interesante; cuando de repente suena mi
móvil.
-Hola
Franco, habla Juan-. Juan era el jefe del departamento desde hace 11 años, sabe
hacer su trabajo-.Mira, resulta que hoy a las 2 de la mañana murió José
Gervasio, ese delantero del Fulce, el manager nos llamó recién, dice que la
policía no entendió nada, en cuestión, ¿Te puedo encargar este laburo?
-Claro, voy en camino para el club… y gracias jefe-.Dije en tono se satisfacción.
-De nada, date prisa, hasta luego.
-Claro, voy en camino para el club… y gracias jefe-.Dije en tono se satisfacción.
-De nada, date prisa, hasta luego.
Esa llamada
a primeras horas de la mañana me alcanzo para todo el día; rápidamente me
dirigí al club que se ubicaba en Loyola y Serrano, hubo un poco de transito y
el colectivo estaba lleno, pero eso fue lo de menos. El manager de José, había reunido
a aquellas personas que posiblemente vieron a José en sus últimas horas. Una
vez que llegué, una mujer bella y agraciada me recibió, tenía pelo color
avellana y ojos marrones claros, y una sonrisa acogedora.
-Bienvenido,
usted debe ser del departamento de investigación, me llamo Sofía, un gusto
-.Dijo mientras caminábamos adentrándonos en el club.
-Un gusto, mi nombre es Franco-.Dejando de lado el aspecto de ella, noté el del club, no era muy conocido y al parecer… no tenía el dinero como para comprar cámaras de vigilancia.
-.Dijo mientras caminábamos adentrándonos en el club.
-Un gusto, mi nombre es Franco-.Dejando de lado el aspecto de ella, noté el del club, no era muy conocido y al parecer… no tenía el dinero como para comprar cámaras de vigilancia.
Llegamos a
una oficinita donde estaba el manager esperándonos.
-Hola, soy
Facundo-.Se apresuró a decir, mientras me tendía la mano.
-Un gusto, mi nombre es Franco-.Cuando sujeté su mano se sentía temblorosa y nerviosa de una manera exagerada, ese fue el primer indicio de un posible asesino.
-Supongo que ya le habrán dicho cómo fueron los hechos.
-De hecho no-.En ese momento Facundo puso cara de preocupación
-Mejor así, así le explicamos con nuestras palabras-.Una voz que no conocía acababa de atravesar la puerta, me giré para mirar.
Soy Jorge, el taxista. Un saludo repentino sin cordialidad, era un hombre de mediana edad, un poco de calvicie, y unos kilitos de más.
-Franco-.Me limité a decir.
-Exacto, tome asiento por favor. Dijo Sofía con un tono muy diferente al del recién llegado.
-Desde luego, gracias, para empezar, ¿tienen alguna idea de qué hizo José el día anterior?
Sí, la noche anterior hice una reunión con los jugadores del equipo, entre ellos estaba mi hijo y mi secretaria.
-¿Su hijo también juega?
-Un gusto, mi nombre es Franco-.Cuando sujeté su mano se sentía temblorosa y nerviosa de una manera exagerada, ese fue el primer indicio de un posible asesino.
-Supongo que ya le habrán dicho cómo fueron los hechos.
-De hecho no-.En ese momento Facundo puso cara de preocupación
-Mejor así, así le explicamos con nuestras palabras-.Una voz que no conocía acababa de atravesar la puerta, me giré para mirar.
Soy Jorge, el taxista. Un saludo repentino sin cordialidad, era un hombre de mediana edad, un poco de calvicie, y unos kilitos de más.
-Franco-.Me limité a decir.
-Exacto, tome asiento por favor. Dijo Sofía con un tono muy diferente al del recién llegado.
-Desde luego, gracias, para empezar, ¿tienen alguna idea de qué hizo José el día anterior?
Sí, la noche anterior hice una reunión con los jugadores del equipo, entre ellos estaba mi hijo y mi secretaria.
-¿Su hijo también juega?
-Así es, es
más, le dije que viniera, no tardará en llegar-en ese momento se abrió la
puerta, un joven de no más de veinticinco años apareció.
-Martín, al fin llegaste, vení sentate.
-Perdón por la tardanza-vino directamente hacia mí, supongo que sería por mi aspecto, me tendió la mano más tranquilamente que su padre.
-No te preocupes, recién empezamos.
-Martín, al fin llegaste, vení sentate.
-Perdón por la tardanza-vino directamente hacia mí, supongo que sería por mi aspecto, me tendió la mano más tranquilamente que su padre.
-No te preocupes, recién empezamos.
Se hizo una
breve pausa hasta que se sentara, mientras recorrí todos los rostros presentes
con la mirada, aún no podía sacar conclusión alguna.
-Como
decía, a la noche festejamos una reciente copa ganada, para nosotros es
bastante importante, pero lo importante es lo siguiente: todos los invitados se
fueron pasadas las doce, Sofía y José fuero los últimos, cerca de la una de la
madrugada, José se tenía que ir, pero su auto estaba en reparación, y no había
traído su registro. Sofía estaba muy borracha como para conducir, y ella tenía
que buscar unos papeles.
-Podrías haber omitido ciertos detalles-dijo avergonzada-Cuando decidimos irnos, le dije que no se arriesgara con el registro, y terminamos tomando un taxi y…
-Bien, espera un momento-interrumpí rápidamente-.A partir de que se subieron a tu auto, ¿Qué recordás?-Dije dirigiéndome al taxista.
-Podrías haber omitido ciertos detalles-dijo avergonzada-Cuando decidimos irnos, le dije que no se arriesgara con el registro, y terminamos tomando un taxi y…
-Bien, espera un momento-interrumpí rápidamente-.A partir de que se subieron a tu auto, ¿Qué recordás?-Dije dirigiéndome al taxista.
Se tomó su
tiempo para demostrar que estaba malhumorado, luego respondió.
-Ellos se subieron y los llevé al club, me
dijeron que se bajaban ahí-hizo una pausa como si estuviera recordando-eso fue
a la una de la mañana.
Empecé a meditar un poco sobre lo que había
escuchado hasta ahora, aunque no logré llegar a ninguna conclusión lógica, acto
siguiente les dije a todos que hiciéramos una pausa, me había levantado
temprano y no había desayunado nada.
Recopilando datos de esa corta entrevista, pude entender que la última
persona que vio a José fue Sofía, que para mí es la sospechosa número 1, y
luego la novia de José, podía ser sospechosa también, aunque todavía no la vi,
tendría que buscarla para obtener datos. Otro posible sospechoso, aunque dudé
que lo fuera, pudo ser el taxista, fue la persona que lo llevó a donde apareció
muerto, al día siguiente me dispuse a analizar la escena del crimen.
Por la mañana me levanté temprano y recibí la información de la autopsia de José, había muerto por cinco puñaladas en el abdomen, por lo que supuse que el arma homicida había sido un cuchillo, no es 100% seguro, pero es muy probable...
Con la información obtenida, fui a la escena del crimen a investigar y sacar datos, pistas, algo tuvo que servir para poder desentrañar ese caso. Con un resfriado molesto llegué a la escena del crimen, era en el vestuario del club. Entre toallas, agua y sangre, pude deducir dónde habían encontrado el cadáver y me puse a ver en los alrededores si había algo clave, algo que no encajara con la escena; gracias a Dios estoy resfriado, el olor aquí sería insoportable. Estuve unas horas en ese vestuario intentando obtener pistas, pero no descubrí nada.
Para no cerrar el día de esa manera,
intenté contactarme con la novia del fallecido, la empresa me consiguió su
número de celular y de su casa, llamé a los dos y no respondía, seguí llamando
por un rato, pero el resultado era el mismo, tenía el mal presentimiento de que
se sumara otro cadáver al caso, esperé que no fuera como estuve pensando...
Al día siguiente, seguí con los mismos sospechosos, pistas nulas, y sin encontrar a una persona que sería crucial para el caso, pensé en llamar al manager para que me ayudara.
-¿Facundo?
-Sí, ¿quién habla?
-Soy yo, Franco, el detective, necesito que me hagas un favor.
-No hay problema, decime, ¿Qué necesitas?
-Mira, estoy muy trabado con el caso, necesito que si encontrás algo sospechoso me lo avises, y si podes ponerte en contacto con Juliana, la novia de José.
Al día siguiente, seguí con los mismos sospechosos, pistas nulas, y sin encontrar a una persona que sería crucial para el caso, pensé en llamar al manager para que me ayudara.
-¿Facundo?
-Sí, ¿quién habla?
-Soy yo, Franco, el detective, necesito que me hagas un favor.
-No hay problema, decime, ¿Qué necesitas?
-Mira, estoy muy trabado con el caso, necesito que si encontrás algo sospechoso me lo avises, y si podes ponerte en contacto con Juliana, la novia de José.
-Bueno voy a estar atento, pero con respecto a la novia, ex novia, como
quieras decirle, sabíamos que José estaba en una relación pero nunca la hemos
visto.
-Muchas gracias.
Me puse a pensar en los sospechosos que tenía hasta ahora: Sofía, la más
sospechosa de todos, la última persona que estuvo con José, creo que tiene más
información de la que dijo. Luego, el taxista, a primera vista parece inocente,
pero no sé lo que pueda llegar a ocultar, fue quien lo llevó a José al lugar de
su muerte, quizás le tendió una trampa. El manager, yo confiado le dije que me
diera información si la encontraba, por ahí estoy equivocado al pensar en su
inocencia, también su hijo, si estaba celoso de José por alguna razón y lo
mató, no lo sé, son solo hipótesis.
Eran las seis de la tarde, ya estaba anocheciendo, cuando de repente
suena mi celular, era Juan, el jefe de departamento:
-¡Franco, Franco!
-¿Qué pasó? ¿Encontraste algo?
-Si, encontré a Juliana.
-¿Cómo? ¿Dónde está?
-No te alteres, está bien, está en su departamento, atrincherada y al parecer muy loca, los vecinos escucharon gritos y llantos y llamaron a la policía, te paso la dirección de la casa por mensaje de texto, suerte.
-¿Qué pasó? ¿Encontraste algo?
-Si, encontré a Juliana.
-¿Cómo? ¿Dónde está?
-No te alteres, está bien, está en su departamento, atrincherada y al parecer muy loca, los vecinos escucharon gritos y llantos y llamaron a la policía, te paso la dirección de la casa por mensaje de texto, suerte.
Por fin una noticia buena, al parecer vio
algo, esperé que esto sirviera para avanzar en el caso.
Llegué a la puerta del edificio, donde se
encontraban dos patrullas.
-Buenas noches oficiales, soy el detective.
-¿Usted detective? Pfff... Pase...
Quizás pensaron que era una broma por mi aspecto, pero qué se le iba a hacer.
Llegué a la puerta del departamento, donde había un oficial intentando entrar, al que le pedí permiso para ver si yo podía entrar:
-Señorita, soy Franco, el detective, quisiéramos entrar para obtener información de su novio, ya que su testimonio podría ser clave para la investigación, ayúdeme para que esto termine bien y podamos descubrir quién mató a José.
Entre llantos se escuchó el sonido del picaporte moverse y como lentamente la puerta se abría.
-Buenas noches oficiales, soy el detective.
-¿Usted detective? Pfff... Pase...
Quizás pensaron que era una broma por mi aspecto, pero qué se le iba a hacer.
Llegué a la puerta del departamento, donde había un oficial intentando entrar, al que le pedí permiso para ver si yo podía entrar:
-Señorita, soy Franco, el detective, quisiéramos entrar para obtener información de su novio, ya que su testimonio podría ser clave para la investigación, ayúdeme para que esto termine bien y podamos descubrir quién mató a José.
Entre llantos se escuchó el sonido del picaporte moverse y como lentamente la puerta se abría.
Al abrirse más la puerta, se podía ver a
una mujer, con sangre en su cuerpo, definitivamente era Juliana.
-Hola..
-Hola Juliana, soy Franco, del departamento de investigación, estoy para averiguar quién mato a José, ¿usted sabe algo?- No estaba muy seguro, pero apenas entré en la habitación ya me había dado cuenta de la futura respuesta-.
-Me era completamente difícil distinguir las palabras entre esa respiración tan exagerada y abrupta-¡Yo no fui!!-De repente me gritó con todas sus fuerzas, como si fuera la enésima vez que me lo hubiera dicho y yo no hubiera entendido-. Cuando llegué al club él estaba tirado en el piso sin vida.
-¿Qué me dice de la sangre?
-Hola Juliana, soy Franco, del departamento de investigación, estoy para averiguar quién mato a José, ¿usted sabe algo?- No estaba muy seguro, pero apenas entré en la habitación ya me había dado cuenta de la futura respuesta-.
-Me era completamente difícil distinguir las palabras entre esa respiración tan exagerada y abrupta-¡Yo no fui!!-De repente me gritó con todas sus fuerzas, como si fuera la enésima vez que me lo hubiera dicho y yo no hubiera entendido-. Cuando llegué al club él estaba tirado en el piso sin vida.
-¿Qué me dice de la sangre?
-Aún… aún no me bañe desde que lo abrace,
digo…digo, cuando llegué al club, y no había nadie…, seguí buscándolo, fui por
todas partes, y cuando lo encontré, no sabía que hacer…más que abrazarlo
-Por más que yo le crea señorita, la policía tiene
órdenes para llevarla a la comisaría para que declare y así obtener más
información, yo la acompañaré no se preocupe, nada malo va a pasar.
Entre llantos y sangre, lograron sacar a Juliana de
su departamento para trasladarla a la comisaría para que declarara, y quizá,
obtener más datos.
Una vez que estuvimos en la comisaría, luego de que Juliana se calmara, intentamos que nos dijera algo, pero solo repetía lo mismo que dijo cuando la encontré en su departamento:
Una vez que estuvimos en la comisaría, luego de que Juliana se calmara, intentamos que nos dijera algo, pero solo repetía lo mismo que dijo cuando la encontré en su departamento:
- ¡Yo no fui! Cuando llegué al club él estaba
tirado en el piso sin vida!
Luego de un rato de estar así, se me ocurrieron un par de preguntas que surgieron en el momento:
Luego de un rato de estar así, se me ocurrieron un par de preguntas que surgieron en el momento:
-Bueno ya entendimos, déjeme hacerle unas
preguntas, ¿Cómo es que entró al club?
-Cuando estaba en la puerta del club, vi que estaba
abierta y entré pensando que estaba abierta a propósito y él me esperaría
adentro, como el club es pequeño fui para los vestuarios porque había luz ahí
dentro y me encaminé hacia allí, y fue cuando vi lo peor, no necesito aclarar
que es lo que vi...
-Su testimonio parece muy verídico pero cómo puedo
saber yo que no lo mató, si la encontré cubierta de sangre.
-¡Créame! ¡Yo no iba a matar a mi novio! ¡Cómo
piensa que pueda hacer tal cosa!
-Bueno, bueno, cálmese, voy a ver si con estos
datos puedo hacer algo, de todas maneras voy a ir a buscar más pistas. Me fui
de la comisaría para volver a mi casa, había sido un largo día en donde obtuve
más información y búsquedas certeras que en todos los anteriores, en el viaje
de regreso a casa, pensé mucho sobre el caso, me taladraba la cabeza ya que
Juliana me parecía culpable, pero quizás su testimonio era cierto, y yo estaba
por culpar a una persona inocente, al día siguiente fui al vestuario a ver si
encontraba algo más, sé que tiene que haber algo que se me haya pasado por alto.
Por la mañana temprano, volví al club, con
la intención de descubrir quién era el culpable de todo esto, y si encontraba
algo, luego preguntarme porque no lo vi en esa primera mirada. Estaba casi todo
en su lugar, probablemente la policía hubiera cambiado algo de lugar para
obtener información, no los culpo, es su trabajo. Al estar unos cortos minutos
en la escena del crimen, descubrí algo totalmente nuevo y probablemente clave,
¿Qué era ese olor fuerte que estaba sintiendo?, no es del olor típico de un
vestuario, sino más bien de... un perfume, un perfume fuerte que estoy seguro
de haber olido antes, pero, ¿Cómo puede ser que al entrar la primera vez no
haya sentido nada? Luego de pensar un rato recordé que al venir por primera vez
estaba resfriado y no podía oler nada, mirá vos, lo que puede llegar a hacer un
estúpido resfrío, no hubiera tardado tanto en resolver este caso. Por otro
lado, ya recuerdo de quién era este peculiar perfume, creo que tenemos un par
de cosas que charlar con la otra señorita del caso.
De vuelta en la comisaría, me dispuse a hablar primero con Juliana, a ver si podía mantener una conversación clara y sin molestarla.
-Disculpe si la molesté la anterior vez.
-No se preocupe, no hay problema, yo estaba muy sensible..
-Creemos saber quién mató a José, y necesito que me diga si reconoce a la persona que ve en esta foto.
-Si, como no la voy a reconocer, es Sofía, mi ex-novia.
-¿Su exnovia?
De vuelta en la comisaría, me dispuse a hablar primero con Juliana, a ver si podía mantener una conversación clara y sin molestarla.
-Disculpe si la molesté la anterior vez.
-No se preocupe, no hay problema, yo estaba muy sensible..
-Creemos saber quién mató a José, y necesito que me diga si reconoce a la persona que ve en esta foto.
-Si, como no la voy a reconocer, es Sofía, mi ex-novia.
-¿Su exnovia?
-Sí, salí con ella bastante tiempo, ¿Hay algo de
malo con ella?
-Si, y muy malo, ya va a haber tiempo para explicaciones, gracias por la información.
¿Será este uno de estos casos de mal de amores? No lo dudo....
Me dirigí a otra de las típicas salas con una lamparita colgada del techo, una mesa y dos sillas en donde se encontraba Sofía, que para mí ya era la asesina, pero vamos a ver con que quiere salir:
-Señorita Sofía, ¿cómo le va? Un gusto volver a verla. Supongo que ya sabe porque está acá.
-¿Por lo de José? ¿Qué tengo que ver yo?
-No lo alargue más, lo único que va a conseguir es que su celda sea más pequeña, dígame qué pasó esa noche…
-Si, y muy malo, ya va a haber tiempo para explicaciones, gracias por la información.
¿Será este uno de estos casos de mal de amores? No lo dudo....
Me dirigí a otra de las típicas salas con una lamparita colgada del techo, una mesa y dos sillas en donde se encontraba Sofía, que para mí ya era la asesina, pero vamos a ver con que quiere salir:
-Señorita Sofía, ¿cómo le va? Un gusto volver a verla. Supongo que ya sabe porque está acá.
-¿Por lo de José? ¿Qué tengo que ver yo?
-No lo alargue más, lo único que va a conseguir es que su celda sea más pequeña, dígame qué pasó esa noche…
-No entiendo a qué quiere llegar con todo esto,
¿Esta insinuando algo?
-Sí, no haga las cosas más difíciles, ¿puede
explicar de una vez porque lo mató?
-Yo no hice nada, deje de pretender que hice algo
malo.
-Bueno, en ese caso, trate de explicarme porque se
podía oler su perfume en la escena del crimen, significa que usted estuvo en el
momento del asesinato, dígame que paso por favor, trate de reducir su condena.
-¡Esa perra! Ella me reemplazó por ese estúpido
futbolista, ¡solo por su dinero!
-Era integrante de un pequeño club, no ganaba demasiado...
-¡Pero ganaba más que yo! Yo a ella la amaba y caí en sus versos, luego se fue, como si nada, rompiéndome el corazón, y dejándome con la duda, ¿Qué fue lo que hice mal? ¿Qué más tendría que haber hecho para que no me deje sola? Pero luego esas reflexiones se fueron, ya no necesitaba más preguntas sin respuesta, se crearon en mí pensamientos de ira, de venganza, pensamientos con malas intenciones.
-Era integrante de un pequeño club, no ganaba demasiado...
-¡Pero ganaba más que yo! Yo a ella la amaba y caí en sus versos, luego se fue, como si nada, rompiéndome el corazón, y dejándome con la duda, ¿Qué fue lo que hice mal? ¿Qué más tendría que haber hecho para que no me deje sola? Pero luego esas reflexiones se fueron, ya no necesitaba más preguntas sin respuesta, se crearon en mí pensamientos de ira, de venganza, pensamientos con malas intenciones.
En mente tenía un plan, que de hecho fue fácil, ya
que conseguir el trabajo de secretaria no fue complicado. Solo tenía que
esperar el momento de agarrarlo a él, vulnerable, solo, para demostrarle que
atrás de algunos montones de billetes hay amor…
-Gracias por declarar y no hacer más largo
el caso, quizás luego de un par de años cuando salga de prisión pueda escribir
alguna novela, tiene buenos pensamientos literarios.
-¡Lo hice por amor! ¡Yo amaba a esa mujer y unos estúpidos billetes arruinaron mi vida!
-Ya va a tener tiempo para decirle todo al juez.
-Luego de obtener esta confesión, intenté buscar la forma menos shockeante de decirle lo ocurrido a Juliana que, viendo la situación, de lo único que tiene la culpa es de haber cambiado de gustos. Como dice el dicho “Sobre gustos no hay nada escrito”.
Luego de un largo día, y con una gran satisfacción ya que logré cerrar el caso, fuimos con Juan a tomar un café a la confitería que está al lado de la agencia, a la cual íbamos hace tiempo:
-Brindemos por otro caso resuelto.
-Sí, tenes razón Franco, hiciste un buen trabajo.
-Gracias Jefe, este es un caso que me dejó pensando.
-Si a mí también, es increíble lo que pueden hacer las personas por amor, y con un poco de locura. El amor te puede hacer pasar un buen rato, o bien te puede terminar matando.
-¡Lo hice por amor! ¡Yo amaba a esa mujer y unos estúpidos billetes arruinaron mi vida!
-Ya va a tener tiempo para decirle todo al juez.
-Luego de obtener esta confesión, intenté buscar la forma menos shockeante de decirle lo ocurrido a Juliana que, viendo la situación, de lo único que tiene la culpa es de haber cambiado de gustos. Como dice el dicho “Sobre gustos no hay nada escrito”.
Luego de un largo día, y con una gran satisfacción ya que logré cerrar el caso, fuimos con Juan a tomar un café a la confitería que está al lado de la agencia, a la cual íbamos hace tiempo:
-Brindemos por otro caso resuelto.
-Sí, tenes razón Franco, hiciste un buen trabajo.
-Gracias Jefe, este es un caso que me dejó pensando.
-Si a mí también, es increíble lo que pueden hacer las personas por amor, y con un poco de locura. El amor te puede hacer pasar un buen rato, o bien te puede terminar matando.
Luego de un rato en la confitería, cada uno partió
para sus hogares, luego de un día de arduo trabajo y un caso resuelto.
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