El lenguaje tiene entre 50.000 y 100.000 años
Las últimas investigaciones apuntan a que el habla humana, no la transmisión de ideas por medio de gruñidos, sonidos o mímica, sino el lenguaje tal como hoy lo entendemos, tiene entre 50.000 y 100.000 años de antigüedad. La lingüística solo le daba unos 9.000 años de historia, y al gran tronco indoeuropeo, al que pertenecen el español, el catalán y el gallego, apenas 6.000.
Todo esto significa que no fue el homo sapiens sapiens -el ser humano actual que apareció hace unos 10.000 años- el primero en poseer el lenguaje, sino que ya el homo habilis, sucesor hace 100.000 años del homo erectus, se hacía comprender por algo más que gestos. Lo que sí hubo de esperar a los últimos milenios de nuestra era fue la escritura, que es la que ha permitido guardar testimonios escritos de ese pasado lejano.
Y ha sido un biólogo, el neozelandés Quentin D. Atkinson, de la Universidad de Auckland, quien ha llegado a esa conclusión, no a partir de palabras enteras, sino por el estudio de fonemas —sonidos con vocales y consonantes— en lenguas todavía existentes.
El lenguaje se originó, según el investigador, en el suroeste de África, en la zona en la que se data también la transformación de antropoides en homínidos y, eventualmente, en seres humanos. Y con el nacimiento de la agricultura —eso sí que no hace más de 10.000 años— el habla viajó por todos los continentes hasta convertirse en las 7.000 lenguas que se conservan en el planeta.
Ese fue el comienzo de una larga historia que engendró literaturas universales, aseguró su mantenimiento y multiplicación por medio de la imprenta a partir del siglo XV y ha conocido su último avatar con Internet.
La aparición del lenguaje —lo que no pudo ser cosa de un lunes para un martes— dio al ser humano el dominio de la naturaleza, del reino animal e, inevitablemente, el establecimiento de jerarquías de dominio entre los de su misma especie.
Al comenzar a hablar, el ser humano aprendía a codificar y transmitir la cultura, por primitiva que esta fuera. Así había nacido el mundo.
El latín, hijo del indoeuropeo
El latín, junto con el osco y el umbro, pertenece a la rama itálica del indoeuropeo, una lengua prehistórica hipotética hablada hace unos cuatro mil años. Unos dos mil años antes de Cristo, oleadas migratorias procedentes de una zona cercana al Mar Caspio o al Mar Negro llevaron su lengua hacia el este y hacia el oeste, alcanzando por un lado la Bretaña y la Hispania y, por el otro, la India, por lo que se los llamó indoeuropeos.
En este largo periplo que duró varios siglos, los migrantes legaron su lengua, que fue cambiando a través de los siglos hasta que en cierto momento los habitantes de diferentes regiones ya no se entendían entre sí y ni siquiera tenían noción del parentesco entre sus idiomas.
Los lingüistas dividieron las lenguas indoeuropeas —cuyas herederas corresponden hoy aproximadamente al habla de la mitad de la humanidad— según el tratamiento de las guturales, considerado como línea divisoria de los hechos dialectales del tiempo prehistórico. La distinción se estableció de acuerdo con la pronunciación del número cien (centum), que es kentum en el primer grupo y satem en el segundo.
Muchas palabras del indoeuropeo llegaron directamente al latín y otras fueron tomadas de diferentes lenguas parientes. Así udero- (abdomen, vientre) dio lugar en latín a uterus (útero), pero también al griego hysterá (vientre). Análogamente, la raíz indoeuropea pod- (pie) dio lugar en latín a pes, pedis; en germánico a fot, que se transmitió al inglés antiguo hasta llegar al moderno foot; en francés a pied, en italiano a piede, en portugués a pé, y pie en español, etc.
A pesar de la proximidad lingüística que se creía que existía entre el griego y el latín, se sabe hoy que las semejanzas halladas no son diferentes de las que existen entre otras lenguas indoeuropeas y que la gran cantidad de vocablos comunes corresponden más bien a las estrechas relaciones mantenidas por ambos pueblos y el consiguiente trasiego de mercaderes, negociantes y esclavos. Así, los romanos tomaron de los griegos vocablos como balineum, machina, talentum, poena, ancora, purpura, gubernare, etc. Esta última palabra, en griego kybernetikós, fue retomada modernamente para dar lugar también a cibernética.
Fuente: el castellano.org
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